Quererte a vos mismo para aprender a querer a los demás. Querer como quieren que los quieras y que te quieran como siempre quisiste. Aunque a veces, eso sea imposible.
Son esos amores de una noche que te vuelan la cabeza pero ni llegan a rozarte el corazón.
Esas ganas que me surgen a veces de querer que me desees como hace un tiempo atrás.
De tratar de ni nombrarte como cuando te tenia. Si eso se podía llamar tenerte.
No había conocido a una persona capaz de levantarte el autoestima en menos de un minuto. Hasta que lo conocí.
Fue después de un tiempo cuando me di cuenta que no lo necesito, pero si tengo ganas de dedicarle un trocito de tiempo, lo voy a hacer. Como ahora.
Sos de esos que todas ven lejos, hasta que sorprenden cuando llegan. Y no le alcanzan las palabras del abecedario para decirte cosas lindas. Aunque ni las sientan.
Lo que mas me gustaba de vos era mi sonrisa. Lo que siempre me gusto fue no quererte.
(La Cruz Orlada tiene la particularidad de revertir la polaridad negativa de un lugar, en positiva)
