En una noche de confesiones podría decir que nunca tome decisiones sin antes consultar con cualquiera que se haya cruzado en mi camino, que la mayoría de veces pienso en positivo y al final termina siendo todo al revés. Que cuando menos pienso, mejor pasa y que si yo me entiendo no necesito a otro que lo haga por mi. Que no sirve de nada estar arreglándote tres horas antes de salir si de cualquier manera vas a llamar su atención cuando menos lo pienses y tampoco lo creas necesario. Que cuando queres que pase algo, no va a pasar aunque lo desees con todas tus fuerzas sino cuando menos lo imagines; que la vida no te da solo una, sino miles oportunidades para poder hacer las cosas mejor que antes.
También confieso que prefiero perder el orgullo antes que perder una lagrima por quedarme con la intriga, o perder miles de lagrimas pero sabiendo la verdad. Que cuando decido hacer algo, no hay nadie en el planeta que pueda hacerme cambiar de opinión; que cuando quiero lo hago sin esperar que también me quieran a cambio y que cuando mas intente olvidar, menos voy a poder lograrlo.
-Nunca sabrás que me volaste la cabeza. No sabrás que sigo temblando si te pienso, que me subo en un par de tacones y no soy capaz de comerme el mundo si no estas mirándome desde la esquina de la barra.