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viernes, 18 de enero de 2013

Compañera de recuerdos, guardados en una memoria, que espero no perder.


Puede ser que sean esos abrazos que me reconstruyen.
La costumbre que tiene de vivir la vida con una sonrisa en la cara y aprender a convivir con lo malo que a veces le toca.
Esa necesidad de hacerme saber cuanto me quiere todos los días.
Esas carcajadas suyas  con volumen demás y esa manera de hacer feliz a las personas que tiene.
Es la vida la que hace que desaparezcan los que creíste que iban a estar siempre. Los que nunca te fallarían y ahora nisiquiera existen. La misma vida que se lleva a las únicas personas que de verdad importaban.
Sin embargo, pasan los días y no me canso de quererla, de compartir miles de momentos y todavía acordarme del primero. De esas veladas donde lo unico que hacíamos era pasear de la mano haciéndole saber a la gente que eramos inseparables. Acordándome de esos días en donde nos necesitábamos mas que nunca y llorabamos sin que nadie nos vea.
Cuando sientas que nada tiene sentido, acordarte que sos una razón para muchos y un ejemplo para todos.
Que eres un corazón grande rodeado de corazones diminutos que no te merecen. Y que el mundo solo se pone en contra de la personas valientes.
La única razón es seguir sin rendirse, la única razón es verte reír, ver como haces reír a los demás,  tu forma de disimular y la manera en la que te vuelves orgullosa sin serlo.
No te olvides de mi, de nuestros secretos ni de las confesiones que cada tanto nos hacemos. De esa manera tan nuestra de cagarla y esa sensación tan extraña de que hemos vivido una vida parecida.
Puedes llorar desamores y días malos, pero nunca olvides que tienes un corazón demasiado grande para esta ciudad tan pequeña.

Gracias por estar siempre, por nunca fallarme. Por estar en mi vida y hacerme un poco mas feliz.
Te amo.
Mucho.